La incorporación de antibióticos en la producción animal ha traído consigo beneficios sustanciales, desempeñando un papel crucial en el control de enfermedades infecciosas y como impulsores del crecimiento. No obstante, la presencia de residuos de estos medicamentos en alimentos de origen animal, como carne y leche, se considera un riesgo significativo para la salud pública. Este riesgo se acentúa al considerar el potencial desarrollo de cepas resistentes, amenazando la eficacia de los antibióticos utilizados en la industria y limitando las posibilidades de expansión a mercados internacionales.
Los antibióticos, medicamentos esenciales en la prevención y tratamiento de diversas infecciones, actúan reduciendo la carga bacteriana en el organismo, inhibiendo su crecimiento o causando su muerte. Su aplicación en ganadería es fundamental para asegurar la salud de los animales y garantizar la seguridad de los productos alimentarios derivados de ellos.
A pesar de la necesidad del uso de antibióticos en la ganadería, la presencia de trazas en alimentos como la leche y la carne plantea un riesgo considerable. Estos alimentos, según organismos de salud internacionales, pertenecen a los grupos de mayor riesgo para la salud pública, tanto por su condición de productos básicos como por su alta susceptibilidad para transmitir enfermedades debido a la presencia de microorganismos o contaminantes como medicamentos, antibióticos, hormonas o plaguicidas.
Las principales familias de antibióticos utilizadas en el control de enfermedades infecciosas en animales incluyen Betalactámicos, Sulfonamidas y Tetraciclinas. Cada una con características distintivas, estos antimicrobianos son esenciales para la salud y bienestar animal.
Existen métodos avanzados para la detección precisa de trazas de antibióticos en alimentos, garantizando la seguridad alimentaria. Dos de estos métodos son:
Ensayos de flujo lateral (LFAs): Estos dispositivos de diagnóstico de fácil uso confirman rápidamente la presencia o ausencia de moléculas objetivo, como antibióticos. Utilizan membranas de material poroso y conjugados inmovilizados para realizar pruebas eficaces y eficientes.
Prueba ELISA: Implica el uso de enzimas para detectar la unión específica de antígenos y anticuerpos. Este método, al proporcionar una cuantificación precisa, permite evaluar la cantidad de antibióticos presentes en la muestra.
En resumen, la detección de antibióticos en la industria alimentaria no solo garantiza la seguridad de los alimentos, sino que también contribuye a la prevención de riesgos para la salud pública y fortalece la posición de las empresas en los mercados internacionales. Mantener estándares elevados en la detección y control de antibióticos es esencial para el desarrollo sostenible y la prosperidad económica de cualquier país.